Sentada iba en la micro,
sus ojos admiraban, perdidos, el empolvado piso,
su labio inferior mordido con insistencia.
Sentado iba yo,
mirándola fijamente,
confiado en que ella no se daría cuenta,
me fijé en cada detalle de su vestimenta,
en su pelo liso negro...
En su pálida piel... y en los largos trazos de sus manos.
Pasamos una curva, y ella miró al frente,
yo me asusté y miré hacia otro lado...
Luego sonó el timbre para la siguiente parada,
entonces le miré, ella estaba mirándome fijamente, me sonrió y se bajó.
Casualmente otro día me la encontré... pero ya no miraba más al piso...
Me miraba a mí.
10 julio, 2010
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