Alguna se ata al estudio, al teléfono, otra a su pareja, otros al computador, al alcohol, a las drogas, al sexo, a los cahuines, a los amigos.
Es como si no pudiésemos vivir simplemente siendo parte, no tenemos que fusionarnos con las cosas...
Es una necesidad que impera desde el fondo del ser humano.
Es una necesidad que impera desde el fondo del ser humano.
Y no digo que esté mal, pero siempre hay límites.
Con estas amarras, olvidamos qué somos... Quienes somos.
Lo que constituimos como persona, se olvida,
nos transformamos en otro individuo.
Uno ajeno a todo.
Somos manipulados por nosotros mismos, insisto.
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