25 octubre, 2011

Amarrados.

La gente se amarra a distintas cosas, pierde su identidad...
Alguna se ata al estudio, al teléfono, otra a su pareja, otros al computador, al alcohol, a las drogas, al sexo, a los cahuines, a los amigos.
Es como si no pudiésemos vivir simplemente siendo parte, no tenemos que fusionarnos con las cosas...
Es una necesidad que impera desde el fondo del ser humano.

Y no digo que esté mal, pero siempre hay límites.

Con estas amarras, olvidamos qué somos... Quienes somos.
Lo que constituimos como persona, se olvida,
nos transformamos en otro individuo.

Uno ajeno a todo.

Somos manipulados por nosotros mismos, insisto.

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