Me apoyé en la puerta del metro,
para poder detenerme a pensar con claridad mis pesimistas pensamientos que invadían mi mente desde el día de ayer.
Tenía miedo de que me quitaran mi cartera, luego recordé que debía llamar a mi amiga,
entonces, pensé que además de que me robaran la cartera me podían robar el cleular,
entonces miré hacia lo lados... y me percaté de que un tipo miraba mucho.
La verdad es que los nervios se apoderaron unos segundos de mi cuerpo,
me cambié de lugar hacia la puerta trasera.
Cuando ya me había acomodado en el lugar del cual me adueñé,
vi como este sujeto se cambió de lugar, como si fuera por casualidad.
Quedando en una posición en la cual podía verme.
Detenidamente me fijé en su ropa; en su polera azul claro, olgada;
en su gorro negro con tres franjas de colores, verde, amarillo y rojo;
en sus pantalones pitillo verde claros, y en su mochila negra.
Me llamó la atención; era delgado pero de contexterua firme.
Sus ojos eran cafés, su figura como la de un indonés.
Su mirada era la de un niño curioso, pero además muy muy atrevida.
Y su pelo, con ondas y limpio. [xD]
Lo miré atentamente para que dejara de mirarme,
sin embargo lo hacía con más intensidad, le miré altaneramente y con frialdad para que se detuviera, mas, nada funcionó.
Luego en Santa Rosa, llegó mucha gente la cual rellenó algo más el metro,
dejando nuestras miradas cortadas, sin embargo yo le busqué entre la gente,
llegando a La Cisterna, vi como se levantaba del suelo, y con determinación salía por la otra puerta.
Le vi subir las escaleras y luego lo perdí de vista,
iba caminando por el andén hacia Vespucio Norte,
y lo vi, entonces seguí caminando, y él me vió,
entonces lo miré fijamente y el bajó la vista, pasé de largo,
quizás quería demostrarle que no le temía y que no era nada para mi.
Sí muy arrogante, fui.
Me subí en la puerta que seguía la de él.
Miré despreocupadamente mi alrededor, y luego me acordé de que tenía un libro en mi cartera, del cual podía entretenerme un rato,
en eso vuelvo a sentir esa sensación de estar siendo observada,
mi mirada se posó sobre la de él, y la de él se intensificó.
Sentí como esa mirada me llenó de nerviosismo,
luego miré hacia abajo y recordé que debía llamar a mi amiga,
entonoces la llamé y luego me dijo cosas de las cuales nacieron preocupaciones,
entonces él me quedó mirando... Como diciendo "Por favor no te bajes" .
Me miró con preocupación, y yo le miré detenidamente,
era como se me hablara por la mirada,
sentí inmensas ganas de hablarle, de preguntarle porqué su descaro.
Él miraba el techo y su perfil era perfecto.
En cada estacíon que se detenía el metro, él miraba con miedo a que yo me fuera a bajar,
y luego miraba desesperado el techo, buscando consuelo en él.
Llegó al estación San Miguel, y él se paró como si estuviese frente a mi, y me miró detenidamente, luego sus ojos se tornaron vidriosos, y se dio media vuelta,
esperó que se abrieran las puertas del metro y se bajó.
Lo ví bajarse, sentí ganas de bajarme también y preguntarle su nombre,
quizás... sólamente para detenerlo y tenerlo al frente un par de minutos.
Subió la escalera sin mirar atrás, y de golpe sentí como mis piernas temblaban
y mis manos pesaban.
Era como si me estuviera cayendo a un precipicio,
en mis ojos se agolparon lágrimas amenazando con salir sin control y sin motivo alguno.
Su última mirada fue un adiós.
Sentí como si él, en poco minutos hubiera formado parte importante en mi vida.
Creo que me enseñó a tener que ser paciente, y a aprender nuevamente a observar como antes.
A no dejar que mi inseguridad me devore, sino que arrasar con mi seguridad lo que pueda.
Aprovechar las oportunidades cuando el destino me las da.
Sinceramente... Creo que si le vuelvo a ver... [Sentí que lo conocía de hace mucho tiempo...]
Le hablaré.
01 mayo, 2010
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