Antes de recordarlo...
Sentí como su alma se elevaba fuera de si,
como su cordura quedaba instantáneamente en pausa,
como sus manos tensábanse,
y como se dispersaba en el tiempo y espacio.
Pudimos comprobar que el hombre si puede ver más allá de sus narices,
pude corroborar que sigo siendo capaz de sentir más allá de mi mismo,
y que mi don seguía en mi...
Sensibilidad a flor de piel,
y las lágrimas no sólo emergían de sus vidriosos ocelos,
si no también de los míos...
Pude oler el pánico, y el descontrol.
Nada fue inventado,
porque no había mentira que crear.
Solo era una verdad imperante.
Entonces seguimos mirando...
Sin saber muy bien que hacer,
intentámos ocultar algo que para ambos fue obvio.
Disimulamos muy bien, o eso pretendimos.
Los critales rotos, los volvimos a pisar.
Y aunque sangráramos, estuvimos incómodamente cómodos.
Pero todo se tornó aún más hiriente,
cuando las palabras dirigidas quemaban.
15 septiembre, 2010
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